Después de siete años de trabajo como periodista me mudé al mundo de la comunicación corporativa, desde donde igual sigo en contacto con la prensa, pero digamos que desde el otro lado del mostrador. Y en la tarea diaria, muchas veces siendo el nexo entre las empresas y las redacciones, veo que todos debemos esforzarnos un poco más en construir un vínculo más maduro y sin tantos prejuicios, aunque parezca difícil o suene iluso. A continuación, tres consejos que creo que pueden ayudar:
Primero, entender el trabajo del otro. El periodista es un profesional que hace su trabajo. Entonces, al estar en contacto con un periodista, dejémoslo trabajar con la misma rigurosidad e independencia que tanto valoramos y destacamos cuando vemos una buena historia en un diario, en radio o tele. En tanto, el vocero de la empresa también hace su trabajo. Y no siempre los objetivos, los tiempos o las prioridades de su organización van a estar alineados con los del periodista.
Segundo, ¿hay intereses en juego en esa relación? Por supuesto, intereses válidos de los dos lados. Pero eso no tiene que ser un problema si la relación se da dentro de un vínculo profesional que se construye sobre objetivos, sí, pero también sobre confianza y seriedad. Parece de Perogrullo, pero priorizar un vínculo profesional ahorra malentendidos y aporta eficacia.
Y luego, las formas del diálogo. El intercambio parece sostenible y valioso en tanto sea transparente y respetuoso. De lo contrario, será imposible tender puentes y construir relaciones sólidas; tendremos un diálogo puntual, pero no una conversación de largo plazo.