La otra cara de las debilidades

Desaparecerían muchísimas incertidumbres, miedos y titubeos si les quitáramos foco y nos concentráramos en responder una pregunta: ¿son verdaderas debilidades las cosas que, a priori, lucen como tales?

¿Juega en contra que una empresa sea local? ¿Es un problema que una persona sea tímida? ¿Un proveedor de servicios debería preocuparse porque su escala es pequeña?

¿No hay acaso confiabilidad en las personas tímidas, cercanía y conocimiento en las empresas locales, y personalización en los proveedores de pequeña o mediana escala?

Pensar la comunicación nos exige ser auténticos, no mentir, no pretender ser lo que no somos, y al mismo tiempo nos pide una mentalidad abierta que no dé nada por obvio. Por eso, lo que a golpe de vista puede ser debilidad se puede convertir en una gran fortaleza. Todo dependerá de cómo asumimos nuestra identidad y construimos nuestro relato.

La adversidad une a sociedades y pone de pie a países en desventaja, fortalece a los equipos, permite a empresas diferenciarse de sus competidores, templa a las personas. El círculo se completa convirtiendo la debilidad en virtud y fortaleza, al punto de que uno ya se olvida de si el origen fue problema o solución.

Cuando tenemos un proyecto y un sueño, combinados con capacidades y determinación, no hay que temerle a las supuestas “debilidades”. En ellas podría estar nuestra mejor carta para comunicar.