El principal objetivo de la comunicación interna siempre ha sido el mismo: la comunicación correcta, y a tiempo, de información crucial para el desarrollo de las funciones dentro de la empresa. Pero la comunicación interna efectiva puede ser mucho más que manejar y distribuir información. Puede generar sentido de pertenencia y crear relaciones de confianza que son esenciales para lograr metas comunes. Para que esto suceda hay que entender que uno de nuestros públicos más valiosos está dentro de la organización y lo crucial que es que puedan comprender los valores que la mueven.
Para muchas organizaciones el desarrollo de esta área ha sido producto del ensayo y error; para otras ni siquiera eso. Y el resultado pueden ser canales informales, rumores y mensajes descoordinados que sustituyan aquello que hace falta para poder funcionar. Porque, ante la ausencia de mensajes claros, todos necesitamos algo que nos permita seguir desarrollando nuestra tarea, aunque en el largo plazo sea contraproducente.
El antídoto para eso es planificar la comunicación interna considerando la función estratégica que cumple. Esto permitirá, entre otras cosas, internalizar los valores de la organización por parte de todos, aumentar la productividad porque se eliminan los baches de información que quitan fuerza al propósito, y generar canales bidireccionales que retroalimenten el trabajo de distintos niveles y sectores y produzcan mejores resultados. En definitiva, una organización más abierta y más consciente de lo que intenta lograr que, sin dudas, se reflejará en lo que los públicos externos perciban.