En tiempos de redes sociales hay una tentación permanente: pensar que solo a través de sus métricas podemos saber lo que los distintos públicos objetivo opinan acerca de la organización y construir relaciones con cada uno.
Los eventos corporativos, sin embargo, siguen completamente vigentes en esta realidad. ¿Cuál es la clave? Que la planificación responda a la estrategia. Planificar un evento lleva tiempo y recursos, tanto humanos como monetarios. Es indispensable, entonces, que dentro de la estrategia general de comunicación de la organización el evento responda a un porqué. También es importante tener indicadores -tal como en redes sociales- para, luego de su ejecución, medir qué tan efectivo fue.
No se trata solo de reuniones, sino que en los eventos se puedan construir relaciones, acercarse directamente a públicos importantes para la organización y posicionarla de acuerdo con los pilares que se hayan definido: que sean realmente una experiencia de lo que la organización es. Asimismo, funcionan como generadores de contenidos de comunicación que luego pueden replicarse en otros canales, sean redes sociales o medios tradicionales.
Para planificar un evento, por lo tanto, no debemos empezar por la logística. La estrategia y el concepto vienen primero, los detalles después. Si vamos por ese camino, todo tendrá sentido.