En tiempos de comunicación 4.0, donde el caudal de información online es cada vez mayor, generar contenido disruptivo se vuelve más difícil y los extremos, o polarizaciones, parecen resonar más que los comentarios medidos. Esto no solo afecta las noticias o los contenidos generados por marcas: también afecta la forma en que los usuarios nos comunicamos a través de las redes sociales. Con la pantalla como escudo y la necesidad de generar impacto o ser escuchado en el mar de información digital, es fácil transformar nuestra identidad en redes en un alter ego que dista de quienes somos en el mundo real.
Sin embargo, es pertinente considerar lo importante que es mantenerse fiel a quien uno es offline. Si contemplamos la huella digital que dejamos con cualquier click, se vuelve aún más importante mantener una identidad coherente sea cual fuere el canal en el que nos vemos representados. El miedo a dar demasiada información de uno mismo a la web es igual de peligroso que el escondernos detrás de una pantalla a la hora de comunicarnos con el mundo exterior. Es clave dejar de ponernos a merced de la tecnología y las redes sociales y tomarlas como una extensión de nuestra identidad, no como un mundo aparte con sus propias reglas.
Si asumimos las redes sociales como una nueva forma de comunicación y recordamos que todo comunica, vale estar alertas a no volvernos contradictorios en nuestros discursos y mantenernos fieles a nuestra identidad, más allá del medio.