Para ser bueno debe ser breve

Escribir bien es el resultado de una buena construcción mental, mucho más que de un correcto manejo de ortografía y gramática. Y una de las muchas claves para esa elaboración consiste en que el texto sea lo más breve posible.

Un texto breve puede tener 100 caracteres o 100 páginas. Lo importante es que sea lo más corto posible para el contenido que será su eje.

Para ello habrá que vencer una muy humana tendencia a creer que lo que uno escribe sí vale la pena ser leído sin perjuicio de su extensión. Cuando nos enfrentamos a un texto escrito por otra persona que –sabemos- será muy largo, es habitual que abandonemos la lectura. Pero cuando de nuestro texto se trata, nos olvidamos de esa experiencia y creemos que a los demás no les ocurrirá porque lo que tenemos para contar, esta vez sí, vale la pena.

¿Cómo vencemos nuestro propio olvido por los demás? ¿Cómo superamos nuestro pánico por olvidar algún detalle? ¿Cómo dejamos tal o cual parte afuera si todo es –eso creemos- en extremo importante?

Una sugerencia: antes de escribir resolvamos cuánto debe medir el texto. Y respetemos esa decisión a como dé lugar. Siempre se puede.

Eso nos dará grandes resultados: nos permitirá ordenar las ideas, respetar el tiempo del otro, y ser leídos por más personas.