Hay algo que me marcó entre lo mucho que aprendí durante los primeros meses de la historia de SIGNO: no hay tiempo para el lamento cuando algo sale mal; se debe tomar nota, aprender lecciones y seguir corriendo hacia adelante con la energía positiva y la convicción que solo una batalla perdida puede inyectar. Por eso mismo, cuando las cosas salen muy bien hay que celebrarlas y brindar por ellas, pero… hasta ahí nomás.
Hace cinco años empezaba este sueño y, con el tiempo, se convirtió en un equipo de excelentes seres humanos y profesionales del cual estoy orgulloso. No paramos de aprender y no dejaremos de hacerlo porque este mundo y el valor cada vez más estratégico de la comunicación así nos lo exigen.
Esa comunicación es cada vez más dinámica y desafiante y, por eso, apenas me animaría a proyectar los próximos cinco años, lo cual ya es bastante osado de mi parte.
En esos cinco años hermosos que nos esperan vamos a integrar cada vez más todos nuestros saberes, experiencias y capacidades, y a poner cada vez mayor excelencia en la comunicación digital. La actualidad nos exige más estrategia, más personalización, más estar codo a codo con el cliente, desechar los formatos estándar y crear modelos de trabajo a medida de cada uno. Ese es nuestro lugar. Esa es nuestra convicción. Y, además, es la forma de trabajar que disfrutamos.
A eso sumaremos más dedicación a la docencia universitaria, nuevos cursos de formación permanente y la construcción de vínculos productivos con aliados del exterior.
Vivimos como un enorme logro estos cinco años y vamos a trabajar muy duro para disfrutar así los que se vienen.
Por eso, a los clientes que confiaron en nosotros, nuestro agradecimiento porque son parte de esta historia y porque nos hicieron mejores. A los que están por llegar, muy bienvenidos serán.
A las agencias colegas, a los periodistas -noble e imprescindible oficio/profesión de donde vengo-, a las autoridades y referentes de distintos sectores de actividad con los cuales interactuamos a diario, gracias y adelante. Nos esperan grandes cosas, así que: ¡a buscarlas!