Las redes sociales nos han malcriado: recibimos mucho más contenido, esperamos respuestas inmediatas y, como emisores, aspiramos a tener una gran repercusión sin importar qué publicamos.
Los contenidos virales son aquellos que, al igual que un virus, se propagan rápidamente entre los usuarios. Generalmente este tipo de contenidos tienen una popularidad efímera y efectiva: por un par de días están en boca de todos y luego se olvidan.
Este tipo de contenido puede resultar ideal para posicionar a una marca y darle notoriedad; por eso cada vez más el objetivo de los contenidos es lograr que se hagan virales. Si bien hay infinidad de “trucos” para lograr este fenómeno, no hay cómo asegurar que un contenido vaya a tener un alcance de semejante dimensión.
Como dijimos previamente, estos contenidos se mantienen en el foco de atención por poco tiempo, por lo que debemos asegurarnos que la marca tenga presencia y, si bien pueden olvidar el contenido, que su imagen persista.
No hay fórmulas mágicas en la comunicación, y los virales no son una excepción: si bien son un fenómeno interesante y un recurso más, no debemos considerarlos como el santo grial de la comunicación digital.