Miedo, ansiedad, depresión, desmotivación, éxtasis. Volvemos a la oficina en medio de una pandemia, luego de meses de estar aislados, y estas son solo algunas de las emociones que pueden estar experimentando nuestros colaboradores. Desde nuestro rol, es fundamental atender a sus distintas manifestaciones y posibles soluciones, ya que una comunicación interna que brille por su ausencia solo empeorará el proceso de readaptación.
Ahora bien, ¿cómo promovemos un ambiente de verdadera confianza, en el que la premisa “nos cuidamos entre todos” no se reduzca a un mero slogan? Si bien esto también aplica para los tiempos de calma, en un contexto de incertidumbre es especialmente relevante establecer vías de comunicación que tengan a la bidireccionalidad como principal rasgo característico.
Abrir y sostener canales de interacción con los miembros de una institución no implica debilitar la autoridad de sus líderes, sino profundizar el vínculo entre ambos agentes para entender cuál es el punto de partida y definir un camino (¡flexible!) a seguir en consecuencia.
Algunos ejemplos de acciones orientadas a promover el flujo de información y conocer la opinión de nuestros colaboradores:
- Encuestas anónimas o entrevistas personales, dependiendo de las dimensiones de la organización y su cultura.
- Instancias de discusión y toma conjunta de decisiones en lo que refiere a la convivencia en los distintos espacios de trabajo.
- Soportes o canales de comunicación creativos y prácticos, que ofrezcan información clara y unificada sobre los protocolos y las políticas que surgen a raíz de la nueva realidad, y la justificación que tienen detrás.
Un entorno incierto solo puede enfrentarse apelando a la planificación estratégica, la honestidad y la participación, de manera que el clima organizacional se convierta en un atributo para afrontar procesos de cambio y no en un efecto colateral de la crisis.