Debe haber pocas tareas que estén tan bajo la lupa como el periodismo. Y es lógico, el periodismo cumple un rol que lo ubica como elemento imprescindible de cualquier sociedad, y por lo tanto merece ese escrutinio.
Sin embargo, la crítica fácil, la opinión vacía de sustento y el permanente cuestionamiento de la credibilidad y de las intenciones de los medios y de los periodistas (ya sea objetando motivos políticos, ideológicos o similares), no ocurre por lo general en un ámbito más o menos serio y justo, no se analiza el trabajo, las formas y los contenidos. Simplemente se desacredita a la profesión y a los profesionales casi que por reflejo ante cualquier hecho o circunstancia que nos incomoda.
Y esto ocurre a diario y a la vista de todos: se desacredita y se menosprecia la tarea cuando constantemente se pretende poner en el banquillo de los acusados a los periodistas, cuando se busca que permanentemente den explicaciones de su trabajo, cuando se buscan brujas y planes malvados detrás de cada titular. Y así, en definitiva, se golpea en la confianza hacia el periodismo y en la libertad de los periodistas.
Que “esto no lo vas a encontrar en los grandes medios”, que “fulanito está haciendo los mandados”, que eso “seguro lo hizo el pasante de tal medio”, que “los periodistas de ese medio son todos focas o todos fachos”, y así podemos seguir en un fastidioso e improductivo loop de calificativos y señalamientos de tribuna.
Pero si vamos a insistir con esa rosca, aceptemos el precio a pagar. Si vamos a resolver todo con esa lógica, no vale quejarse de que los medios pierden calidad, protestar porque no se cubren determinados temas o decir que en algunos asuntos no se logra profundidad. No vale alarmarse si la desinformación gana terreno o si se achican las redacciones, y mucho menos vale sorprenderse cuando algún medio baja la cortina.
La otra opción es tratar de levantar un poco el nivel. Y empezar por casa. Que los comunicadores seamos conscientes de esa necesidad de explicar, muchas veces desde cero, cómo se trabaja profesionalmente en Comunicación y cómo funciona el periodismo. Sea tu madre, tu padre o tu vecino que está convencido de que el programa de tv está “hecho por zurdos” o “está armado por la derecha”, sea tu hermano o tu madrina quien crea que “lo de tal medio es todo mentira” y que “tal canal está inclinado hacia tal lado”. Hay que poner en cuestión esa dinámica y empujar un debate más rico.
Porque me niego a creer que lo mejor que podemos hacer como sociedad es tratar de detectar focas o fachos atrás de cada noticia. Estoy seguro de que podemos romper con esa lógica y lograr procesos más sanos y maduros; opiniones más serias, contrastadas y respetuosas. Es cuestión de levantar la mira y ver lo que está en juego, si no, no vale quejarse.